El luminescentismo es una vía laica de orientación hacia el bienestar psicofísico y la autorrealización, que conduce a brillar con su propia luz.
Después de la experiencia personal de su fundador Amadio Bianchi, realizada en contacto con el yoga, el ayurveda, las filosofías orientales y occidentales y las disciplinas psicosomáticas, hoy se propone como una forma autónoma, libre de las sugestiones de los sentimientos de culpa establecidos por otros caminos deteriorados por la convicción de dominar lo verdadero y lo correcto.
Su objetivo es la alegría de la existencia consciente, ubicada en la fuente del propio ser, consecuente con la certeza de la relatividad humana y, por lo tanto, con la imposibilidad de acceder a una visión verdaderamente objetiva. De ahí la serenidad de existir en paz en las propias condiciones que se deriva de la aceptación de la realidad humana y del respeto por su ética.
En 1969, Amadio Bianchi trabajó como pintor profesional. En ese año le llegó una intuición que, se puede decir, fue decisiva para su evolución. Comenzó a pintar los sujetos de sus cuadros sin que se vieran afectados por la luz reflejada, como en la naturaleza se aparece para los sentidos, sino que en cambio los transfiguró al representarlos como formas-fuentes de luz.
Esta inquietante intuición lo puso en el camino de la investigación. Se enfrentó a la especulación más refinada y publicó dos cuadernos de filosofía en el primero de los cuales "La Evolución", trató de interpretar la naturaleza del evento y en el segundo "Los Símbolos", comprendió la imposibilidad para el hombre de alcanzar la realidad objetiva con los medios racionales comunes tradicionalmente puestos a su disposición.
Luego emprendió el estudio de las disciplinas hindús, en particular del yoga, al que dedicó muchos años de experiencia. Conoció a muchos Maestros, con quienes estudió los diferentes aspectos de las disciplinas espirituales, filosóficas y científicas orientales.
Con uno de estos compartió 5 largos años de camino brillando con luz reflejada. Se retiró durante unos meses para vivir con él, consumando la experiencia más integral de la identificación compartida. El episodio fue estimulante para su evolución. Entonces, como en 1969, una intuición cambió su vida, incluso en esa ocasión recibió un impulso enigmático para reanudar el único camino posible, el responsable de la autorrealización.
Hoy Amadio Bianchi enseña a recuperar el derecho a ser uno mismo, a practicar el amor y el respeto por uno mismo y por los demás y sugiere la forma de aprender a brillar con luz propia. Él aconseja cómo llevar esta luz individual a la universal.