El vínculo con la vibración

El movimiento es igual a la vibración, la vibración es igual al sonido. He leído esta declaración en un libro de física. Si, por tanto, todo en nuestro universo se mueve, de ello se deduce que todo vibra. Y si todo vibra, el universo tiene su propio sonido que es la suma de los sonidos de los cuerpos celestes. La física, por tanto, está de acuerdo con las interpretaciones filosóficas religiosas que afirman el sonido como primer principio. Basta pensar en el hinduismo y sonido de Om o un "en el principio era el verbo" de nuestra cultura religiosa.
Los movimientos filosóficos hindús más autorizados afirman que el hombre (microcosmos) es de la misma sustancia que Dios (macrocosmos), en consecuencia se pueden estudiar los componentes y recciones humanos para comprender esos componentes universales. Si sometemos a un sujeto a un electroencefalograma, notamos las siguientes reacciones: en presencia de actividad cerebral, se producen vibraciones y la aguja de la herramienta las transforma en signos gráficos visibles. A nosotros aquí nos interesa examinar un aspecto de este fenómeno. Si ponemos un sujeto en condiciones ideales de reducción de actividad cerebral, en ayuno, tal vez en una habitación silenciosa e incolora con los ojos cerrados y luego apoyamos una manzana frente a él y lo instamos a que abra los ojos, notaremos que tan pronto el sujeto vea la manzana comenzará una actividad cerebral primordial comparable a su primer deseo de comérsela, la aguja se moverá.
Quiero llegar a demostrar que las ganas de comerse la manzana que precede a la acción misma de cogerla ya es una realidad vibratoria.
La cultura hindú afirma que el deseo de dar vida a la manifestación del trascendente es ya una realidad absolutamente concreta, una primera vibración expresada por lo trascendente mismo, como el deseo en la mente del hombre que ve la manzana. Tal vibración sería el Om. El Om precedería a la expresión de la manifestación.
Es como decir que esta vibración se encuentra entre la idea y su materialización o puesta en práctica. Es por eso que el yoga comienza con el canto del Om. Poner a los alumnos en condiciones de sugerirse a sí mismos que están al menos entre lo material y lo trascendente, entre la manifestación tangible y Dios y empezar a examinar los fenómenos desde ese punto de vista. El yoga de hecho apunta a la experiencia de lo trascendente y con el Om como si eligiéramos posicionarnos en una plataforma espacial intermedia entre el hombre y Dios, entre lo material y espiritual.
Desde esta plataforma se puede aventurar la hipótesis de un viaje hacia una experiencia sobrehumana. Veamos ahora otros aspectos del Om.
El representa la suma de todos los sonidos presentes en la manifestación. Se creía que el idioma sánscrito agrupaba en 50 sonidos la tipología de vibraciones universales que dan vida a tantos signos gráficos que correspondan a las letras del alfabeto. Entre estos hay tres, que luego se convierten en dos, y veremos cómo prácticamente los incluyen a todos.
Estos sonidos corresponden a las letras A U M. Desde un punto de vista practico la letra A, cuando se pronuncia (probad a hacerlo) y trato de hacerlo, tiene una colocación física en la garganta, la letra U en el centro del paladar y la letra M. en los labios. Todos los demás sonidos se colocan en el interior de la cavidad bucal de estas tres posiciones y por eso las incluyen todas, asumiendo el correcto valor de síntesis universal.
Esto es lo que significa el Om: la síntesis universal de la vibración material divina expresada.
Siempre partimos de tomar conciencia de lo múltiple, luego procedemos a la identificación de expresiones que se pueden agrupar, en un intento de simplificar y experimentar el Uno.
Esto también ocurre en este caso, donde se organiza la infinita multiplicidad de sonidos presentes en el Universo en cincuenta letras-sonidos para luego identificar tres que los representa a todos y finalmente descubrir que A y U, si se pronuncian juntas, pueden estar bien unidas en el sonido O.
De esta manera toma forma la sílaba sagrada Om que expresa la vibración universal, principio de la manifestación. Por el mismo supuesto un Om básico, resultaría de la suma de todos los sonidos que las partículas activas en nosotros emitirían.
Una especie de sonido personal para cada ser u objeto animado, puede ser modificado.
Hay razones para creer que este sonido, se puede cambiar. Ahí, la ciencia del mantra apunta a desencadenar procesos de cambio,determinando nuevas características. La palabra mantra significa literalmente instrumento para la mente, y es algo capaz de inducir una naturaleza vibratoria diferente.
Como decíamos al principio, la mente emite diferentes tipos de vibraciones.
Os habrá sucedido entrar en ciertos lugares donde la presencia de los pensamientos de calidad baja de los presentes no os permitía sentiros cómodos. Diferente es la vibración emitida por la mente de un asesino que la de la mente de una madre que se dirige a un recién nacido. También podeis constatarlo en la práctica: la voz de la madre adquiere tonos sutiles, altos y agudos, ciertamente de naturaleza superior.
De diferente calidad son las ondas cerebrales, que ella emite.
Partiendo de esta premisa, el mantra establece que se pueden practicar, voluntariamente, diferentes tipos de ondas cerebrales hasta modificar, a través de la repetición obsesiva, aquellas naturales. El objetivo es inducir mejores ondas cerebrales, acostumbrando a la mente a ejercitar pensamientos de la misma naturaleza. Esto es lo que, en algunos casos, apunta el mantra: la pretensión de llevar a la mente a que vibre al unísono con Dios.
 
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