Dharma y la ley de causa y efecto
(karman)

En la remota antigüedad, en la India, un príncipe, cuando era niño, se le confió al cuidado de un maestro para instruirlo primeramente en el dharma y este tipo de educación debía preceder a todos los demás, incluida la de las artes marciales, relativa a la casta de guerreros a la que pertenecía, de modo que sus acciones más tarde siempre podrían ser iluminadas por lo justo (dharma) y consecuentemente llevarlo hacia la realización y felicidad de si mismo y de los demás. La cultura espiritual hindú, me atrevería a decir, desde siempre, sugiere despertar la conciencia como forma de realización. Y es precisamente por la falta de conciencia que el hombre hoy hace sus acciones incorrectas y luego, como un niño, se queja de los males de los que él en sí mismo es la causa. Es suficiente ver lo que pasa en nuestra sociedad, donde, sin ética, uno se ve obligado a vivir en la infelicidad, en la desconfianza mutua y en la inseguridad.
En mi opinión es hora de meditar con más intensidad sobre algunos principios naturales, para poder armonizar con ellos. Todo debe partir de la comprensión de las reglas fundamentales de la naturaleza que en la cultura hindú se llaman dharma. La palabra dharma proviene de la palabra indoeuropea DHR que significa sostener, ser y a veces formar.
El Dharma es tanto algo fijo, estable, firme como en sanātanadharma, literalmente la regla eterna, el verdadero nombre espiritual del movimiento que en Occidente toma el nombre del hinduismo, como la naturaleza de las cosas, lo que las hace ser como son y no de otra manera. De acuerdo con el dharma, de hecho, los cuerpos celestes siguen su curso.
El Dharma es, por tanto, una cualidad de la manifestación, así como la fragancia es un dharma de las flores. El dharma, sin embargo, analizándolo desde un punto de vista que es más de nuestro interés en esta relación, es la ley de la naturaleza y el orden del cosmos, el de la vida personal ya que sugiere las normas del comportamiento individual. Vivir siguiendo el dharma (el dharma de uno se encuentra en la conciencia purificado por el ego), significa ir hacia la verdadera naturaleza de uno y llevar esto en armonía con el sanātanadharma (orden cósmico-ley divina y eterna) es la esencia misma de la religión para un hindú.
Desde un punto de vista práctico y cercano a nosotros, el dharma se vuelve como un código de normas, como la constituida por los yamas del yoga, con la intención de asegurar tanto la relación equilibrada con los demás y lo que nos rodea, como la propia salud espiritual.
Hay cinco yamas:

Ahiṃsā: la no violencia, la primera norma ética, una prescripción que debe observarse y realizarse para continuar por el camino de la realización.

Satya: veracidad. consiste en la coherencia de palabras, pensamientos y acciones.

Asteya: abstenerse de robar, de tomar lo que no nos pertenece pero también suprimir en sí mismo incluso el deseo de tal apropiación.

Brahmacarya: control del instinto, castidad: el primer paso del itinerario ascético.

Aparigraha: no codicia, no posesión.

Para un hindú, no intentar seguir el dharma significa estar en avidyā (Palabra sánscrita normalmente traducida como ignorancia). Pero avidyā no reconoce la verdad y por lo tanto no reconoce a Dios y esto conduce a desastrosas consecuencias como en toda la cultura hindú lo atestiguan los muy antiguos poemas épicos que cobran gran importancia para quienes buscan normas y comportamientos que armonizan con lo divino. La espiritualidad hindú sugiere una vida profundamente responsable donde las acciones están reguladas precisamente por el dharma: es decir, tiene en cuenta la gran regla de causa y efecto también implícita en la manifestación. A esa regla se le dio el nombre de karman o karma como comúnmente nos gusta definirlo.
La palabra karman proviene de la raíz del verbo sánscrito kṛi que significa hacer, actuar. El universo mismo es también un karman, es el efecto y consecuencia de una acción divina. En el microcosmos, el karman nos pone frente al fruto de nuestras acciones. En otras palabras, somos el resultado de nuestro pasado, pero también es cierto que nuestro futuro se verá afectado por las acciones que estamos tomando ahora.
Las acciones correctas traen bien y felicidad. Las acciones correctas son las reguladas por el dharma.
Por tanto, no perdamos más tiempo. Tomemos en serio el estudio del dharma para que pueda regular nuestras acciones y llevarnos a una realización iluminada llena de ananda (bienaventuranza).
 
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